Nuevo Comité de Salud Medioambiental de la AEP: "mejorar la salud de los niños, protegiendo el planeta”
Bajo el lema “Mejorar la salud de los niños, protegiendo el planeta”, la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha constituido su nuevo Comité de Salud Medioambiental, cuya labor fundamental consistirá en “dotar especialmente a los pediatras, pero también a profesionales sanitarios y personal relacionado con el cuidado y crianza de los pequeños y adolescentes de las herramientas necesarias para crear ambientes saludables para los niños”, explica la doctora María José Mellado, presidente de la AEP. Y es que frente a los problemas del medioambiente, la infancia es de nuevo la población más vulnerable.
El progreso y la industrialización han traído consigo un cambio de paradigma en el ámbito de la salud, ya que las enfermedades carenciales e infecto-contagiosas han ido perdiendo relevancia hasta ser sustituidas por patologías directamente relacionadas con el entorno que habitamos; un entorno cada vez más contaminado y nocivo. Se estima que más de dos tercios de la población infantil tienen su salud y su vida amenazadas por riesgos medioambientales presentes en sus hogares y en los entornos donde crecen, aprenden, juegan y, en áreas menos favorecidas, donde trabajan. En todo el mundo más de cinco millones de niños de entre cero y 14 años, la mayoría en países en vías de desarrollo, mueren cada año por enfermedades directamente relacionadas por el entorno en el que viven.
Los países occidentales tampoco están a salvo de estas consecuencias negativas. En este sentido, las cifras no dejan lugar a dudas, y es que como señala el doctor Juan Antonio Ortega, coordinador del Comité de Salud Medioambiental de la AEP, “el asma y las patologías respiratorias han duplicado su prevalencia desde 1980 y el 10% de los niños padecen asma; los trastornos del espectro autista, el déficit de atención y la hiperactividad afectan ya a uno de cada 80 recién nacidos vivos; el cáncer infantil y adolescente incrementa su incidencia entre el 1% y el 1,5% anualmente y otras enfermedades endocrinológicas como alteraciones tiroideas, diabetes o anomalías en la pubertad y el desarrollo también siguen una pauta ascendente. Eso por no hablar de la globesidad, cuya prevalencia en la población infantil es alarmante desde hace algunos años llegando en algunas comunidades autónomas al 33% de los niños en edad escolar”.
Todas estas enfermedades han sido señaladas por las autoridades sanitarias como trastornos relacionados con el medioambiente, tal y como recoge la Oficina Europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Plan de Acción para el Medio Ambiente y la Salud de los Niños en Europa (CEHAPE, sus siglas en inglés). Y lo que es más importante, “la mayoría de estas enfermedades son evitables procurando a nuestros niños entornos más saludables”, subraya la doctora Mellado haciendo alusión al impulso que quiere dar la AEP a la prevención y la promoción de la salud extendida hasta la población adolescente, cuando finaliza el crecimiento y desarrollo fisiológico. “La creación de este Comité de trabajo, integrado por pediatras especialistas en salud medioambiental, responde a esa necesidad de establecer actuaciones basadas en la evidencia científica que procure una mejor salud infantil y, en general, mejor salud de la población”, añade.
Por su parte, el coordinador del Comité de salud medioambiental recuerda que “salud, enfermedad y medioambiente son un trinomio indisoluble. Las medidas que favorecen la salud, son buenas también para proteger el planeta; y al revés”.
Siete retos para hacer frente al deterioro del planeta
En este contexto, la salud medioambiental pediátrica se perfila como uno de los grandes retos del siglo XXI. Sin embargo, actualmente en España solo existen dos Unidades de Salud Medioambiental Pediátrica: una en el Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca (Murcia), operativa desde 2005, y la segunda en el Hospital de Olot y la Garrotxa (Gerona), inaugurada a mediados de noviembre. Tal y como explica el doctor Ortega “uno de los objetivos de este Comité es desarrollar al menos una Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica (PEHSU, en inglés) en cada Comunidad Autónoma, dentro de los departamentos de pediatría más punteros”.
El Comité de Salud Medioambiental de la AEP señala siete frentes desde los que hay que luchar para abordarlo:
- Contaminación del aire y del suelo. “Es un problema de primer orden en España, de triste actualidad estos días por los trastornos asociados a la mala calidad del aire, aunque es uno de los aspectos más descuidados”, subraya el doctor Ortega. En este sentido, destaca que “los niños respiran más rápido y más aire por kg de peso que los adultos, tienen una superficie alveolar en crecimiento, y además el impacto de la menor altura supone una mayor exposición y vulnerabilidad a la polución atmosférica porque muchas de estas sustancias pesan más que el aire y se quedan a mayor concentración por debajo del metro de altura o directamente son expulsados a la altura de los niños como los tubos de escape”.
Por su parte, la gran mayoría de municipios españoles tiene suelos agrícolas contaminados por pesticidas, nitratos, plomo, arsénico… o presentan focos de contaminación importante (tráfico, centrales térmicas, industria contaminante, incineradoras, antigua minería…).En esta línea, una de las primeras actuaciones del Comité de Salud Medioambiental de la AEP ha sido la elaboración de un documento de recomendaciones para niños y embarazadas residentes en zonas con suelos contaminados por metales pesados, mayoritariamente pueblos de tradición minera, así como para evitar la intoxicación por plomo en entornos familiares y profesionales. “Esta guía clínica es un protocolo que marca la actuación que deben seguir los profesionales cuando tienen en sus consultas niños y embarazadas de comunidades con suelos contaminados”, explica el doctor Ortega.
- Cambio climático. Por la amenaza que supone para los países del sur de Europa y las consecuencias que tiene en los eventos climáticos extremos, la inseguridad alimentaria y la prevalencia de enfermedades. Así, se ha observado un incremento en los golpes de calor o hipertermias infantiles, y el incremento de enfermedades por garrapatas como enfermedad de Lyme.
- Drogas legales e ilegales. Por la elevada tasa de exposición prenatal y durante la adolescencia y las nefastas consecuencias que ello tiene a medio y largo plazo. La mitad de las embarazadas aspira humo de tabaco, cannabis o ambas sustancias y entre el 45% y el 60% consume alcohol durante la gestación, lo que puede causar enfermedades respiratorias y trastornos neurológicos y neurocognitivos, entre otros, a sus futuros hijos. Por otro lado, el 78% de los adolescentes empieza a beber antes de los 18 años y alrededor de un tercio de estos chavales lo hace en modo de atracón (borracheras de fin de semana), según datos de la Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España, elaborada por el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT).
- Deforestación y desertización. Por la rápida pérdida de masa forestal y el avance del terreno desértico, agravadas por el cambio climático en la mayoría de las comunidades autónomas.
- Seguridad del agua dulce. Por la creciente contaminación de las reservas de agua dulce y las sequías cada vez más intensas y duraderas; lo que pone en serio peligro este recurso finito.
- Salud del Mar Mediterráneo y los océanos. Por su contaminación creciente y la gran extensión de terreno costero que tiene nuestro país.
- Déficit de contacto con la naturaleza. Porque se pasa cada vez más tiempo en espacios cerrados conectados a realidad virtual.
Conectar con la naturaleza para desconectar de hábitos poco saludables
Asimismo, este grupo de expertos promueve retomar el contacto con la naturaleza para construir entornos más saludables en casa, en el colegio, en las ciudades… pero también para que los más pequeños tomen conciencia y creen hábito desde las primeras etapas de la vida de la importancia que tiene crecer en un entorno saludable.
De esta manera, los miembros del comité alertan de que los niños españoles de cuatro a 12 años pasan una media de casi mil horas al año delante de las pantallas del televisor, ordenador o juegos electrónicos. Esto supone que nuestros niños permanecen 20 horas diarias en espacios cerrados y que solo uno de cada cuatro juega al aire libre cada día; siendo aún menor en grandes ciudades.
El contacto con la naturaleza mejora el control de las enfermedades crónicas (diabetes, asma, supervivientes de cáncer, obesidad…), ayuda a prevenir la adicción al alcohol y otras drogas, favorece el desarrollo neurocognitivo y reduce los problemas de conducta, además de procurar mayor bienestar mental, equilibrar los niveles de vitamina D y disminuir el número de visitas al médico. “El modelo desarrollado en Islandia ha dejado patente cómo embriagar de naturaleza a los jóvenes es un factor de protección frente a hábitos no saludables”, señala el doctor Ortega.
Por todo ello, los pediatras deberían preguntar e incluir en la historia clínica estos aspectos y aprovechar la consulta para fomentar el vínculo de las familias con la naturaleza mediante la recomendación de visitas al parque, excursiones, viajes y vacaciones con actividades al aire libre… para combatir conductas tóxicas, contrarrestar los efectos negativos de la exposición a agentes nocivos difícilmente evitables y crear conciencia sobre la importancia que tiene el medio ambiente en nuestra salud. Esta actuación es particularmente eficiente en niños preadolescentes y adolescentes.
“Los pediatras ocupamos un lugar estratégico y privilegiado para dar recomendaciones de cómo protegerse de los riesgos medioambientales, al mismo tiempo que somos los que diagnosticamos y tratamos las enfermedades ambientalmente relacionadas. En temas de salud infantil y medioambiente, es el momento para la acción”, concluye el coordinador de este nuevo comité de la AEP.
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