Cerca de uno de cada cuatro escolares entre 7-17 años ha sido víctima de acoso
- Los agresores siguen manifestando conductas violentas en la edad adulta. Hasta, el 60% suelen delinquir a los 24 años.
- La violencia de género también está llegando a las relaciones de parejas entre adolescentes.
Gran Canaria, 7 de junio de 2010-. Uno de cada cuatro escolares entre 7-17 años ha sufrido algún tipo de acoso en el colegio y, de hecho, el 39% de los escolares asegura ser un acosador ocasional. Es en los más pequeños donde se concentra el mayor número de incidentes violentos (41% del total). Así se ha afirmado en el 59º Congreso de la Asociación Española de Pediatría que concluyó este fin de semana en Gran canaria y donde se han analizado las consecuencias de este tipo de actos violentos.
Según comentó la doctora Inés Hidalgo-Vicario, pediatra de Atención Primaria en Madrid, la violencia en las escuelas genera en el 53% de los afectados estrés postraumático, además de depresión, baja autoestima, absentismo crónico y “en ocasiones puede llegar al suicidio o tener el efecto contrario y provocar personas violentas. Las matanzas que se han registrado en Estados Unidos han sido el resultado de niños y adolescentes que intimidados reaccionan de forma violenta y descontrolada. En general, la escuela se transforma para ellos en un espacio hostil y peligroso y viven su período escolar en permanente angustia y terror”.
Pero las consecuencias no son sólo para el agredido: una persona violenta tiene amplias posibilidades de serlo cuando sea mayor. El 60% de los acosadores tiene al menos una condena criminal a los 24 años y entre el 35 y 40% tres o más.
Causas
Son muchos los factores que influyen en la aparición de este tipo de conductas, pero los pediatras destacan dos: haber vivido en un clima de violencia y la violencia gratuita en medios de comunicación y videojuegos. Como apunta el doctor Luís Rodríguez-Molinero, pediatra de Atención Primaria de Valladolid, “el hombre es el único animal que ejerce la violencia para disfrutar y, en el caso del niño y el adolescente, suelen hacerse violentos por que normalmente han sido víctimas de la misma”. “Un capítulo a parte merece la violencia mediática, -subraya-. Los trabajos relativos a este tema han llegado a la conclusión de que existe una correlación más estrecha entre la exposición a la violencia en los medios de comunicación y el comportamiento agresivo que entre no usar preservativo y padecer SIDA o la exposición pasiva al humo de tabaco y el cáncer de pulmón”.
La televisión se considera que ejerce una gran influencia en el desarrollo del niño. “Esto tiene un lado positivo por lo que aporta en la cultura y educación pero también negativo, sobre todo en los niños menores de 3 años. Diversas investigaciones están apuntando la causa-efecto entre las imágenes violentas de los programas documentales e informativos y la percepción para el niño de que el mundo es hostil”. Pero más allá de la televisión, los videojuegos violentos “vuelven insensibles a los niños y adolescentes generando actitudes y conductas agresivas”, precisa el doctor Rodríguez-Molinero.
Violencia en parejas
Otro aspecto que cada vez está cobrando una mayor relevancia es la violencia de género en jóvenes y que varía entre el 9 al 46% de los adolescentes y se suele registrar en la enseñanza secundaria. “Esto se produce en especial –asegura la doctora Inés Hidalgo- en jóvenes que han observado más violencia de sus padres a sus madres y han recibido castigo físico de los padres”. “En este tipo de comportamientos se reproducen las mismas fases que en los adultos: tras una etapa de agresión física, psicológica o sexual, sigue otra de conciliación donde la víctima tiene la esperanza que el agresor cambie y no lo abandona”.
No obstante, tras la evaluación de varios informes de delincuencia juvenil en el periodo 1992-2007 no se observan muchos cambios en el aumento de delincuencia juvenil y se constata una tendencia estable. “El patrón de la conducta antisocial se mantiene: se inicia en torno a los 13-14 años y desciende al final de la adolescencia, se suele hacer en compañía de otros y las conductas agresivas suelen ser robos en tiendas, peleas y vandalismo”, explica la doctora Hidalgo.
No obstante, la línea de violencia se puede interrumpir. Como afirma el doctor Patricio José Ruiz-Lázaro, pediatra de Atención Primaria de Alcalá de Henares, “un adolescente que se ha visto involucrado en conductas violentas no es necesariamente una persona mala y como se asegura desde la Organización Mundial de la Salud, es posible prevenir la violencia y disminuir sus efectos, de la misma manera que las medidas de salud pública han logrado prevenir y disminuir las complicaciones relacionadas con el embarazo o las enfermedades infecciosas”. Ejemplo exitoso en España es el programa J.A.M.P.A del proyecto de participación comunitaria de adolescentes que coordina el Dr. Ruiz-Lázaro (http://adolescentes.blogia.com).
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