Propuesta de la AEP en relación a la apertura gradual de las áreas de educación infanto - juvenil
En España todas las áreas educativas nacionales se cerraron al principio de la primera fase de la epidemia de COVID19 como medida inicial de contención de la transmisión, y debido a la densidad importante de escolares existente en cualquier área educativa (guardería, colegio, Instituto, universidad, academia, centro formación profesional). A pesar del desconocimiento de la contribución de lactantes, niños y adolescentes a la transmisión de COVID-19, se estimó necesario limitar el contacto muy estrecho de la población pediátrica en sus lugares de educación, debido al alto riesgo de infección y transmisión durante la crisis.
El cierre de todos los centros educativos y de cuidados para niños más pequeños, ha conllevado la necesidad urgente de readaptar los modelos educativos tradicionales a nuevos modelos basados en la enseñanza a distancia. Estas medidas, que se han prolongado durante las semanas de confinamiento, han permitido una cierta continuidad de la educación en modo “emergencia” pero que no serán sostenibles a largo plazo; sobre todo una vez los adultos vuelvan a sus actividades profesionales rutinarias. Por ese motivo, y reconociendo la importancia y experiencia vital asociada al modelo educacional tradicional basado en la asistencia a las aulas, es importante prever adecuadamente cómo y en qué condiciones debe producirse la vuelta a los colegios, y qué medidas son necesarias desde una visión de salud pública para garantizar la seguridad de los menores y minimizar el riesgo de transmisión. Será competencia de las entidades educadoras definir el contenido y metodología educativa a ser aplicadas una vez se produzca esta “vuelta al cole”.
Una cuestión de derecho
La reincorporación presencial a los centros escolares se hace en cumplimiento del derecho que tienen los niños y los adolescentes al aprendizaje y a la socialización, como necesidades básicas para su desarrollo, contempladas por la Convención de los Derechos del Niño (CDN).
Premisas epidemiológicas y de salud pública que sustentan nuestras recomendaciones
Con los conocimientos adquiridos desde el inició la epidemia de SARS-CoV-2, ha quedado claro que los niños no son una población particularmente vulnerable a los efectos graves de la infección por COVID-19. Los casos de enfermedad pediátrica grave son altamente infrecuentes, y con muy pocas excepciones, la mayoría de las infecciones transcurren de forma leve o incluso asintomática. Es importante destacar que los niños parecen infectarse de forma similar a los adultos, pero que al expresar de forma más leve los síntomas asociados a la infección, no se limita el contacto con otros niños o adultos, siendo potenciales fuentes de transmisión silente. Además, el modo de interactuar de los niños, es ya de por sí, un factor de riesgo, con un contacto físico constante, y con las medidas higiénicas más complejas de implementar. Todavía desconocemos casi todo sobre el potencial transmisor de los niños, y hay información contradictoria en este sentido; así basándose en el comportamiento de otras enfermedades virales respiratorias y en las primeras evidencias generadas durante la epidemia se sugiere que los niños pueden excretar partículas virales potencialmente infecciosas en cantidad y duración semejante a los adultos; sin embargo otros trabajos apoyan que pueden ser menos trasmisores. Por todos estos motivos, debemos asumir- por lo menos hasta que quede demostrado lo contrario- que los niños son contagiosos, y posibles fuentes de reintroducción de la transmisión a otras poblaciones vulnerables, y de ahí la importancia de minimizar este riesgo en los centros educativos donde habitualmente se concentran una alta densidad de personas.
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