Procesos médicos que afectan al niño en edad escolar. Repercusión en el entorno educativo.
La autora de esta interesante publicación, Mª Rosa Salas Labayen, es Doctora en Pedagogía, Directora del Instituto de Ciencias de la Educación, y Profesora del Departamento de Educación, Evaluación y Métodos de Investigación, en la Universidad Pontificia de Comillas, en Madrid. Experta –tras más de 20 años de docencia universitaria– en el ámbito de la educación especial y la discapacidad, ha sabido transmitir, a través de este libro, la enorme preocupación que le producía el comprobar de manera fehaciente y alarmante el tremendo hiato existente entre la realidad educativa y la realidad médica de los niños y adolescentes atendidos por el equipo multidisciplinar compuesto, principalmente, por educadores, psicólogos, logoterapeutas, terapeutas ocupacionales y psicopedagogos.
La Profesora Salas ha coordinado muy hábilmente a 24 expertos, entre los que ha incluido a médicos de diferentes especialidades, con la misión de explicar de forma clara y concisa cómo una serie de procesos médicos –causantes de discapacidad o minusvalía– van a repercutir en la vida del escolar. El punto de encuentro entre educación y medicina, así logrado, justifica plenamente el esfuerzo realizado, así como el éxito asegurado del libro que se comenta.
A lo largo de los 35 capítulos –de posible lectura independiente– en que se divide el texto, se da cumplido y muy didáctico repaso a lo que al educador le va a interesar de temas tan interesantes como: alteraciones visuales, auditivas, retraso mental, discapacidad motora, dificultades en el habla y el lenguaje, alteraciones de la conducta alimentaria, hiperactividad, trastornos del sueño, consumo de drogas, sin olvidar al niño con asma, alergia, epilepsia, enfermedad crónica y enfermedades infecciosas en el ámbito escolar.
Se trata, como se puede comprobar, de un auténtico recorrido por la Medicina Escolar que nos hace recordar –a los que peinamos canas– la incomprensible desaparición de cuerpos de funcionarios sanitarios tan distinguidos como el de Inspectores Médicos Escolares, e incluso el de Médicos Puericultores del Estado, integrados siempre por pediatras que superaban una auténtica y disputada oposición de ingreso en los mismos, para ocuparse de la Medicina Escolar –los primeros– y de la Salud Pública del niño y su entorno –los segundos–. El Médico Escolar –al que habría que resucitar– sería vehículo esencial para facilitar y dar el indispensable rigor científico al magnífico equipo educativo multidisciplinar compuesto por maestros, psicopedagogos, pedagogos, logopedas, trabajadores sociales, educadores sociales, directores de centros educativos y personal de enfermería, responsables finales de la educación y cuidado del niño y adolescente afectado por enfermedad, minusvalía o discapacidad.
Comentado por el Dr Carlos Marina.
Pediatra y Profesor de la Universidad Europea de Madrid.